A veces el mundo del seguro cruza la frontera de la extravagancia, pero no es de extrañar, porque en el fondo todo «negocio» tiene estos vértices de extremismo.
En el negocio inmobiliario se han vendido parcelas lunares, y en el sector automovilístico se hacen ediciones limitadas de 3 unidades a 3 millones de euros/unidad como el reciente Lamborghini Veneno.
¿Por qué no íbamos a tener pólizas de seguro contra abducciones extraterrestres?
No una, sino muchas, a lo largo de la historia reciente. Especialmente, por supuesto, en Estados Unidos. El producto más destacado es sin duda el de St. Lawrence, que apareció en el mercado en 1987 y llegó a vender más de 20.000 pólizas de este seguro, e incluso pagó dos siniestros, de 150.000 dólares cada uno.
¿Por qué pagó esos siniestros? Pues se me ocurren al menos 3 o 4 motivos: el más claro es que es una buena forma de demostrar que el producto ofrece una cobertura real, lo cual elimina una de las principales barreras de compra (el indeciso pensando «seguro que luego me secuestran los extraterrestres y encima no se lo creen y no me pagan»). No debemos despreciar tampoco la posibilidad de un blanqueo de capitales: pago 100 dólares de prima, obtengo 150.000 dólares de indemnización, fiscalmente limpios! Finalmente, y seguramente el más probable de los motivos, que el señor Lawrence, dueño de la agencia, creyese realmente en la veracidad de los «siniestros».
La verdad es que estos productos son divertidos e imaginativos, ya que las coberturas son absolutamente brillantes: indemnizaciones por «años de secuestro en el planeta alienígena», por violación extraterrestre, embarazo (incluso para hombres, por si acaso los ET tienen la tecnología para conseguirlo), exploraciones anales, y un largo etcétera de garantías.
Quizás alguna agencia de suscripción «atrevida e innovadora» nos deleite con un seguro de RC para alcaldes, aunque, pensándolo fríamente, un político «responsable» sí es realmente ciencia-ficción, y el seguro está para cosas serias de verdad.