La póliza de seguros es el documento en el que se plasma el contrato de seguro y refleja la relación contractual convenida y aceptada por asegurador y asegurado. La póliza debe ser leída y entendida por el asegurado antes de ser firmada, pues de ello depende que su tranquilidad, en caso de siniestro, se vea afectada lo menos posible.
Estructura de una póliza de seguros
La póliza de seguros se estructura en tres partes: condiciones generales, particulares y especiales, pudiendo incluir también los apéndices o suplementos, y la carta de garantía, documentos que se dan sólo en algunas situaciones. El asegurado debe entender la importancia y contenido de todas ellas en su proceso de contratación.
- Las condiciones generales son un conjunto de cláusulas, iguales para todas las pólizas de un ramo o modalidad de seguro, que regulan o prevén la mayor parte de incidencias que puedan darse a lo largo de la vigencia del contrato de seguro, así como los derechos y obligaciones de las partes. Las condiciones generales, redactadas por el asegurador, nunca podrán tener un carácter lesivo para el asegurado y deben estar expuestas de una forma clara y precisa; también deben destacar de forma especial las cláusulas limitativas de los derechos del asegurado, que deberán ser específicamente aceptadas por escrito.
- Las condiciones particulares son cláusulas que individualizan el contrato de seguro concretando aspectos como los límites de la garantía, los riesgos cubiertos, etc. En las condiciones particulares también se incluye el importe de la prima, su periodicidad, la descripción del riesgo asegurado, los capitales asegurados, las franquicias, etc
- Las condiciones especiales son las que matizan o perfilan lo dispuesto en las condiciones generales y particulares concretándose temas como las asignaciones de franquicias, las ampliaciones o exclusiones de las condiciones geniales, las coberturas complementarias, etc.
La importancia del asesoramiento en la póliza de seguros
Las divergencias entre la aplicación y la interpretación de una póliza es una de las reclamaciones más frecuentes a las aseguradoras. La falta de información, asesoramiento y comunicación con la empresa aseguradora origina este y otros muchos problemas habitualmente presentes en las reclamaciones de los asegurados.
A la hora de contratar un seguro hay que tener en cuenta que la diferencia entre pólizas de una a otra compañía puede ser importante, por lo que, un análisis exhaustivo, primero, de los riesgos que el asegurado desea y debe cubrir, y luego, de los derechos y obligaciones que estipula el seguro, es crucial para una contratación adecuada y adaptada a las necesidades del asegurado; es aquí cuando la figura del mediador cobra todo el sentido pues, un asesoramiento adecuado será crucial para que, en caso de siniestro, el asegurado no se vea desamparado, estafado y posiblemente arruinado.
La intervención de un mediador, bien sea agente o corredor de seguros, en la contratación de una póliza facilitará, entre otros:
- Analizar correctamente los riesgos a cubrir
- Seleccionar las coberturas más adecuadas
- Gestionar todos los trámites en relación al seguro
- Minimizar las pérdidas en caso de siniestro
- Tener cercanía para comunicar los cambios (agravación o disminución del riesgo,..) o solventar cualquier problema con la aseguradora
- Conocer las modificaciones del contrato (subida de prima,..)
- Tener apoyo, asesoramiento y acompañamiento al asegurado en caso de siniestro
- Hacer valer los intereses del asegurado frente a la aseguradora
Parece evidente que, a la hora de contratar una póliza de seguros, basar la elección de en un análisis superficial, o en el precio de la misma, es una imprudencia. La importancia del asesoramiento profesional (agente o corredor de seguros) en la adquisición de la póliza va a determinar la utilidad del seguro, y es directamente proporcional a la tranquilidad que queramos conseguir con su contratación.